Los desencuentros entre compañeros de equipo de la Fórmula Uno.
Poder tener a dos de los mejores pilotos del mundo dentro de un mismo equipo supone contar con una importante ventaja y excelentes posibilidades de éxitos en la pista. O no.
Porque en la historia de la Fórmula Uno han habido varios binomios que han mantenido grandes duelos dentro y fuera de los circuitos, perjudicando en muchos casos los objetivos primordiales de la escudería.
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Esto viene desde las primeras épocas de la categoría y seguramente se alimenta en la conocida frase de que el rival más importante es el propio compañero de equipo.
El incidente del Gran Premio de Austria 2016 entre Rosberg y Hamilton es una muestra más de la vigencia de esta acérrima rivalidad.
Como tantas veces, la hegemonía de un equipo en la pista, como en el actual momento de Mercedes, no tiene discusión. Pero las discusiones están a la orden del día en el seno de la escudería.
Ya en la década del 50, en las primeras ediciones del Campeonato Mundial de Fórmula Uno, había problemas de este tipo.
En 1952, el primer campeón del mundo de la Fórmula Uno, Giuseppe “Nino” Farina, que había logrado la corona en 1950 a bordo de un Alfa Romeo, llegó a Ferrari, donde estaba Alberto Ascari, quien integraba la escuadra de Maranello desde el debut del equipo en 1950.
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Ascari fue campeón del mundo en 1952 y también en 1953.
Era un momento de oro para el automovilismo deportivo italiano.
En cuatro ediciones del certamen mundial de Fórmula Uno, los italianos habían logrado consagrarse campeones en tres oportunidades.
Y, por si fuera poco, utilizando autos también italianos. Una vez con Alfa Romeo y dos con Ferrari.
Pero dentro del equipo Ferrari, no todo era armonía y felicidad. La convivencia entre Farina y Ascari era cada vez más difícil y complicada y eso resentía el accionar del equipo, por más que los éxitos seguían sucediéndose.
Por un lado, el impulso de Ascari, que tenía 35 años y en esa época era considerado “joven” todavía para el automovilismo.
Por el otro, los 46 años de Farina, quien ya se encontraba en el ocaso de su trayectoria deportiva.
Seguramente para Farina era bastante difícil poder asistir como simple compañero de equipo a las conquistas que obtenía Ascari.
En 1954 Farina pasó a correr con Maserati y en las siguientes temporadas Juan Manuel Fangio lograba sus cuatro campeonatos mundiales consecutivos, a los que había que sumar el que había logrado en 1952.
Así terminaba la época dorada de los italianos en la Fórmula Uno.
Triste paradoja del destino para los fanáticos “tuercas”, porque desde 1953, nunca más un piloto italiano pudo consagrarse campeón del mundo de Fórmula Uno.
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La larga espera de los tifosi ya supera las seis décadas y, por lo que se puede apreciar en la actualidad, en lo inmediato no se avizoran candidatos italianos para poder pelear por el título.
Seguramente habrá quienes piensen que las desavenencias entre Farina y Ascari desataron un maleficio para los pilotos peninsulares en la máxima categoría de monopostos a nivel mundial.
Mario Andretti, campeón del mundo en 1978, no es tomado como italiano en referencia al deporte.
Luego de la segunda guerra mundial, siendo niño, el exitoso piloto emigró a Estados Unidos, donde desarrolló la mayor parte de su actividad deportiva, utilizando siempre la ciudadanía estadounidense en su trayectoria internacional, por más que muchas veces se lo haya definido como el piloto ítalo/estadounidense.
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