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Teniendo fuertes antecedentes familiares (su padre Stan fue un destacado piloto de carreras en Australia en la década de 1950), desde muy niño Alan Jones se sintió atraído por los deportes motorizados, comenzando a correr en karting.
Luego de haber cumplido 20 años el australiano pegó el gran salto, radicándose en Europa y comenzando a competir en categorías promocionales. En 1972 participó en la Fórmula 3 sin obtener grandes resultados, pero comenzando a destacarse por su manejo agresivo y su dura personalidad. Al año siguiente terminó en la segunda posición, con victoria en Silverstone incluida y en 1974 corrió en la Fórmula Atlantic, quedando como escolta en el campeonato, compartiendo su actividad con participaciones en la F.5000.
Fue así que, luego de recorrer un duro camino, logró llegar a la Fórmula Uno, gracias al apoyo del ex piloto británico, campeón de Fórmula 3, Harry Stiller, quien le consiguió un Hesketh 308 con el que debutó en el fatídico Gran Premio de España de 1975, recordado por el brutal accidente de Rolf Stommelen que le costó la vida a cinco personas.
Pero luego de cuatro carreras no pudo disponer más del Hesketh, por lo que pasó a correr con un auto Hill GH1, basado en el modelo Lola, del equipo Embassy Racing, fundado por el ex campeón del mundo Graham Hill, con el que corrió cuatro fechas.
John Surtees lo invitó a correr en su equipo en 1976. Los resultados no fueron buenos y la relación entre patrón y piloto fue peor, dando por terminado su acuerdo al final de la temporada, por lo que para la cuarta fecha de 1977 (luego de la muerte de su piloto Tom Pryce), lo contrató el Shadow Racing Team, con el que en Austria logró su primera victoria, que sería la única que obtendría el equipo.
En 1978 Jones estuvo a punto de firmar con Ferrari, pero terminó corriendo para Williams, equipo en el que sería el indiscutido piloto número uno y con el que concretó su más destacada y exitosa etapa en la Fórmula Uno.
En su segunda temporada en Williams logró cuatro victorias y terminó el campeonato en el tercer lugar.
Piloto y equipo ya estaban quedando listos para el gran desafío de pelear por el campeonato mundial.
El estreno en 1980 del Williams FW07B fue exitoso, ganando la primera fecha en Argentina. Jones logró otros dos podios en las cinco primeras fechas, comenzando a perfilarse como gran protagonista de la temporada, en una gran lucha con René Arnoux (Renault) en esas primeras fechas.
El australiano consiguió cuatro victorias más, las que, sumadas a su gran regularidad en la suma de puntos, le permitieron consagrarse campeón del mundo, dándole el primer título a Williams.
En 1981 terminó tercero, retirándose al final del año, luego de lograr su última victoria en el Gran Premio de Las Vegas.
Pero en 1983 retornó a la actividad, corriendo para Arrows, aunque solamente lo hizo durante un año, volviendo a alejarse de la categoría.
En 1985 volvió a calzarse el casco nuevamente, corriendo durante dos años para el Team Haas, equipo que era propiedad de Carl Haas y Teddy Mayer, retirándose definitivamente en 1986.
La carrera de la polémica con Lole en Jacarepaguá
Una de las carreras inolvidables de Carlos Reutemann fue el Gran Premio de Brasil de 1981. Ese día, ganó en Jacarepaguá desobedeciendo las indicaciones del equipo Williams, que ordenó que la carrera la ganara Alan Jones, escoltado por el santafesino. En la carrera anterior, disputada en Long Beach, Reutemann lideraba escoltado por Jones. El argentino “cometió un error” en una chicana, que posibilitó que el australiano lo superara, quedando como nuevo líder. De inmediato se dio la orden de mantener posiciones. Ganó Jones, escoltado por Reutemannn.
En Jacarepaguá, bajo una lluvia torrencial, el santafesino lideraba el gran premio brasileño, escoltado por el australiano. Faltando menos de una decena de vueltas, el equipo colocó el que con el tiempo pasó a ser el muy famoso cartel: “Jones – Reut”, que indicaba que el australiano debía triunfar, de acuerdo a lo acordado en el contrato del santafesino, porque para Williams, el australiano era el indiscutido piloto número uno.
De acuerdo a algunas versiones, en el contrato firmado por Lole había una cláusula que señalaba que si el santafesino le llevaba una ventaja de menos de siete segundos a Jones, debía dejarlo pasar. En eso se habría basado Williams para obligar a Reutemann a ceder la posición al australiano. Reutemann hizo caso omiso a la indicación del box, siguió liderando y ganó la carrera, ante la furia de Jones que de tan enojado que quedó, ni siquiera fue al podio.
Al equipo tampoco le cayó bien la desobediencia del “Lole”. La relación equipo/piloto se resintió notablemente, lo que quedó de manifiesto en la última fecha del año, cuando con un auto falto de performance, Reutemann no pudo pelear por el título, que quedó en poder de Nelson Piquet.
Años después, Lole dijo que lo que el equipo tendría que haber hecho, era haberle señalado la ventaja que le llevaba al australiano, en lugar de ponerle el cartel con la orden de dejar pasar a Jones.
El santafesino comentó que de haber sabido la diferencia que había entre los dos pilotos, con toda seguridad, él podría haberle sacado más ventaja al australiano, llegando al banderazo final con más de siete segundos de diferencia, cumpliendo de esa manera con lo que especificaba el contrato vigente.