Nelson Vicente – Contacto: [email protected]
En la década de los años 1960 la actividad del rally comenzó a cobrar auge rápidamente en diversos países de Europa, especialmente en los escandinavos, señalándose por parte de varios historiadores a Finlandia como la cuna del rally moderno.
Lo cierto es que esta apasionante actividad fue teniendo un constante crecimiento con la disputa de varios campeonatos nacionales y algunos de carácter internacional, como el certamen europeo y, más precisamente, como el Campeonato Internacional de Marcas, el que se desarrolló entre los años 1970 y 1972 y que, para muchos, es el verdadero origen del mundial.
Teniendo en cuenta la situación que se estaba dando, ante la insistencia de varios jefes de equipo y con la finalidad de otorgar un marco adecuado a la actividad, la Federación Internacional del Automóvil (FIA), decidió crear, a partir del año 1973, el Campeonato Mundial de Rally, el que, a lo largo de sus cuatro primeras temporadas, solamente consagró al campeón de constructores.
El legendario Rally de Monte Carlo, cuya primera edición se disputó en el año 1911, fue la competencia inaugural de la temporada para la novel categoría. En la mejor historia del automovilismo deportivo quedaron inscriptos los nombres del piloto francés Jean Claude Andruet, de su copiloto y compatriota Michele Petit y del Alpine-Renault A110 como los ganadores de esa competencia que abrió la disputa de los campeonatos mundiales de rally.
También fue Alpine-Renault la marca que tuvo el honor de adjudicarse el primer título mundial, mientras que en las tres siguientes temporadas el campeonato quedó en poder de Lancia con su hermoso, magnífico e inolvidable modelo Stratos, auto que marcó una época en el rally mundial, transformándose en uno de los más emblemáticos de toda la historia.
Y fue con un Lancia Stratos que el italiano Sandro Munari obtuvo en el año 1977 el primer título mundial de pilotos.
Ninguna otra competencia de automovilismo puede equipararse al rally, actividad en la que, en una misma temporada y, a veces en una misma competencia, los participantes deben transitar por distintos tipos de superficies, como asfalto, hielo, nieve, tierra, balasto, barro y hasta también arena. Todo sirve para disputar un rally y en muchas competencias es habitual también tener que cruzar por cauces de agua, muchas veces desbordados.
A lo largo de las décadas los reglamentos han ido cambiando, hasta llegar al sistema actual, proveniente de la escuela finlandesa, con tramos de velocidad libre, combinados con sectores de enlace por rutas principales.
En el incomparable palmarés del certamen mundial hay una enorme cantidad de pilotos que, por una razón u otra, se han ganado un lugar de privilegio en la consideración de los aficionados, transformándose, muchos de ellos, en auténticos ídolos.
En rally, no siempre el piloto más espectacular, o el que parece ser el más veloz, es el que logra triunfar y obtener un título, pero sí puede ser ídolo de los fanáticos, sin lograr muchos campeonatos. Un claro ejemplo es el escocés Colin McRae, campeón mundial en 1995, quien por su vehemencia e impetuosidad perdió más de lo que ganó, pero conquistó un sitio de privilegio.
Loeb es el rey del rally mundial
La impresionante trayectoria de Sébastien Loeb en el Campeonato Mundial de Rally es, sencillamente, admirable e inigualable.
El notable piloto francés es el máximo ganador en la historia del certamen, con 80 victorias, la primera de las cuales la obtuvo en Alemania en 2002 y la última (hasta el momento), la consiguió el año pasado en Monte Carlo.
Por si fuera poco, también tiene el récord de campeonatos mundiales ganados.
Logró coronarse nueve veces en forma consecutiva, dominando la actividad desde 2004 hasta 2012, siempre a bordo de un Citroën.
A esas conquistas hay que sumarle el Campeonato Mundial de Rally Junior, que se adjudicó en el año 2001, también con un auto de la marca del doble chevrón.
Los franceses han dominado el siglo XXI
El italiano Sandro Munari fue el primer campeón mundial de pilotos en 1977. A partir de la siguiente temporada comenzó a desarrollarse un claro dominio de los pilotos escandinavos, suecos y finlandeses, quienes se fueron repartiendo los títulos, intercalándose con el alemán Walter Rörhrl, que fue quien se coronó en 1980 y 1982.
Los nórdicos continuaron con su exitosa racha de conquistas, interrumpida por el italiano Miki Biasion en 1988 y 1989 y por el español Carlos Sainz en los años 1990 y 1992.
Al año siguiente el finlandés Juha Kankkunen lograba su cuarto título y luego vendrían las cuatro conquistas consecutivas de Tommi Mäkinen, entre 1996 y 1999.
Pero fue a partir del año 2004 que comenzó a desarrollarse la dinastía de los reyes franceses, Sébastien I y Sébastien II, quienes en total lograron 17 de los campeonatos que se llevan disputados en este siglo.
Una marca casi que increíble, debiendo tenerse en cuenta que, anteriormente, solamente se había coronado un piloto francés, Didier Auriol, que consiguió el título del año 1994.
La performance y la efectividad de Loeb y Ogier en lo que va del siglo no tienen parangón en el rico historial del rally mundial, porque a esos 17 títulos mundiales hay que sumarle que entre los dos han obtenido 134 victorias. Las 80 de Loeb fueron con Citroën, mientras que sus 54 triunfos Ogier las obtuvo con Citroën, Volkswagen, Ford y Toyota.
Gustavo Trelles, tetra campeón del mundo
En un deporte como el rally, en el que llegar a los primeros planos de la actividad es una tarea durísima y casi titánica, el minuano Gustavo Trelles logró adjudicarse cuatro títulos mundiales en la categoría Grupo N, marcando de esa manera su valía dentro del difícil ámbito del rally mundial.
Los dos primeros campeonatos, en 1996 y 1997, el piloto uruguayo los conquistó con el marplatense Jorge del Buono como copiloto, mientras que en 1998 y 1999 fue el cordobés Martín Christie el que acompañó desde la butaca derecha en sus dos conquistas al minuano.