Nelson Vicente – Contacto: [email protected]
Cuando en el año 1953 se produjo la coronación de la reina Isabel II, un grupo de fanáticos del automovilismo deportivo en las que, en aquella época, eran las colonias británicas del este de África, decidieron realizar una carrera en homenaje a tan destacado acontecimiento.
El resultado fue una competencia denominada “Coronation Rally”, que tuvo como punto de partida y de llegada a Nairobi y rodeando el lago Victoria transitó también por Uganda y Tanzania, contando con un recorrido de más de 6.000 kilómetros.
Los ganadores fueron los keniatas Alan Dix y Johnny Larsen con un VW fusca.
Ese fue el nacimiento de lo que posteriormente pasó a denominarse como Safari Rally de Kenya, competencia que integró el calendario del campeonato mundial a partir del año 1973, con los locales Shekhar Mehta y Lofty Drews (Datsun 240Z) como ganadores, hasta el año 2002, edición en la que el triunfo le correspondió a Colin McRae y Nicky Grist, con un Ford Focus RS.
El Safari Rally fue durante muchos años, una competencia muy particular en cuanto a su desarrollo, porque no contaba con tramos cronometrados, tal como se estilaba en otras competencias, sino que su desarrollo era todo de velocidad libre, disputándose por rutas y caminos abiertos al tránsito. Posteriormente, en forma paulatina, el recorrido se fue acortando, comenzando a asemejarse un poco más a las carreras que se desarrollaban en otras partes del mundo, especialmente en Europa. Con el paso de las ediciones se fueron aplicando reglamentos internacionales, incluyéndose los controles de paso y la toma de tiempos en los tramos, porque antes, al ser todo el rally de velocidad libre, el triunfador era el que unía primero la largada con la llegada.
De todas maneras, la aplicación de los reglamentos internacionales no aplacó para nada la dureza de los caminos y la extrema exigencia de este tan especial rally, porque hay que tener en cuenta que cuando el clima está seco, el fino polvo va quedando suspendido en el aire, dificultando la visibilidad y metiéndose por cualquier resquicio de los autos, a lo que se le debe sumar las altas temperaturas que deben soportarse. En cambio, cuando las lluvias se hacen presentes, los caminos se transforman en verdaderos ríos de barro, el que es sumamente pegajoso, a lo que se le suma el desborde de varios cauces de agua que originan fuertes correntadas.
Por eso, la previa de cada edición del Safari Rally de Kenya es una verdadera caja de sorpresas, teniendo como factor principal al clima reinante.
Luego de quedar fuera del calendario mundialista, el Rally de Kenya siguió disputándose como fecha válida para el campeonato africano.
Para el año 2020 todo estaba previsto para que el Safari Rally volviera a integrar el calendario del certamen mundial, pero por la pandemia de covid su disputa fue cancelada.
Finalmente, luego de una larga espera, el año pasado volvió a ser una carrera mundialista, cerrada con la victoria de Sébastien Ogier con Toyota.
En una época, los fanáticos del rally mundial comentaban que si un piloto había sido campeón del mundo, pero sin haber ganado alguna edición del Safari Rally de Kenya, era como si le hubiera faltado una materia…
Los máximos ganadores de este rally son los locales Shekhar Mehta y Carl Tundo. Tundo no participó habitualmente en el mundial, pero Mehta sí lo hizo durante varios años y su mejor colocación fue un quinto puesto en el año1981.
Por eso, la galería de campeones mundiales que ganaron en Kenya es muy selecta: Hannu Mikkola, Ari Vatanen, Björn Waldegard, Juha Kankkunen, Miki Biasion, Carlos Sainz, Tommi Mäkinen, Colin McRae, Richard Burns y Seb Ogier.
Las imágenes que suelen entregar las competencias de rally tienen una belleza y una espectacularidad impresionantes.
Dentro de los millones de fotos del campeonato mundial, son muchas las que se han destacado, pero seguramente que en la historia del certamen la obtenida por Reinhard Klein ocupa un lugar preponderante.
Paradójicamente, se trata de una foto que no fue tomada en competencia, sino que se realizó unos días antes de la disputa de la edición de 1993, como parte de la cobertura del equipo Toyota. El piloto es Ian Duncan y la toma corresponde a un tramo de Pipeline Road, permitiendo ver al imponente Kilimanjaro al fondo, lo cual solo es posible, por razones de clima, a primera hora de la mañana. La otra parte complicada fue lograr que un masái se colocara al costado del camino.
Así lo recordaba Klein: “Lo complicado fue conseguir a los masái para que se pusieran al lado de la carretera. Por supuesto, querían cobrar un poco, pero el problema era que se asustaban cuando el auto venía a toda velocidad. Normalmente están acostumbrados a que los vehículos circulen a 50 km/h y este iba a 170 km/h, así que cuando el coche se acercó, ¡salieron corriendo! Les dijimos que aún no habíamos hecho la foto porque se habían escapado, pero nos dijeron que sólo habíamos pagado por una foto. Entonces tuvimos que negociar de nuevo. Tuvimos que hacer varias fotos y pagarles cada vez, pero finalmente lo conseguimos”.