Nelson Vicente – Contacto: [email protected]
La vida de Karl Jochen Rindt estuvo signada por la tragedia prácticamente desde su nacimiento. El recordado piloto austríaco nació en Maguncia, Alemania en abril de 1942 y cuando tenía solamente 15 meses de edad sus padres fallecieron en un bombardeo de las fuerzas aliadas en la ciudad de Hamburgo. Por eso, el bebé pasó a vivir con sus abuelos en la localidad austríaca de Graz. Por eso, a pesar de haber nacido en Alemania, él corrió con licencia deportiva de Austria, aunque nunca adquirió la nacionalidad austríaca.
Desde muy joven se inclinó por el automovilismo deportivo y su ídolo era el piloto alemán Wolfgang Von Trips, quien murió en Monza en 1961 luego de chocar su Ferrari con el Lotus de Jim Clark, en uno de los mayores siniestros de la Fórmula Uno, porque el auto salió despedido sobre el público, provocando la muerte de 15 personas. Si el alemán hubiera terminado esa carrera en el podio, se habría consagrado campeón del mundo ese día.
Lo cierto es que Rindt se apasionó cada vez más con el automovilismo y junto a su gran amigo Helmut Marko (actual asesor principal del equipo Red Bull de Fórmula Uno), eran asiduos concurrentes a diversas carreras.
De ahí, a comenzar a competir, no pasó mucho tiempo para el joven austríaco, iniciándose en motocross y carreras de ski, para luego, a los 19 años, involucrarse completamente con el automovilismo.
Desde sus primeros tiempos Rindt se caracterizó por ser un piloto agresivo, lo cual le provocó varios incidentes y problemas, pero siguió adelante y en 1964 se trasladó a Inglaterra, ilusionado con correr en la Fórmula Uno. Se compró un Brabham con el que comenzó a competir, destacándose rápidamente en la Fórmula 2 y en ese mismo año 1964 debutó en la Fórmula Uno en el Gran Premio de Austria.
Al año siguiente ya se incorporó totalmente a la Fórmula Uno, integrando el equipo Cooper durante tres temporadas. En 1966 obtuvo sus primeros podios y terminó el mundial en el tercer lugar.
Luego pasó a correr para Brabham en 1968, equipo que era dirigido por Bernie Ecclestone, con quien Rindt trabó una gran amistad, al punto que siempre quedó el comentario pendiente de que entre ambos iban a armar un equipo de Fórmula Uno. Lo cierto, es que para Ecclestone, la muerte de Rindt fue uno de los mayores golpes que sufrió en su vida.
Para la temporada de 1969, Rindt pasó al equipo Lotus, dirigido por el genial y polémico constructor Colin Chapman.
En el Gran Premio de Estados Unidos de ese año, disputado en el circuito de Watkins Glen, el austríaco obtuvo su primer triunfo en la Fórmula Uno, en el año en el que su amigo Jackie Stewart conseguía el primero de sus tres campeonatos mundiales.
En 1970, nuevamente con Lotus, ganó el Gran Premio de Mónaco y luego de abandonar en Bélgica encadenó cuatro triunfos consecutivos, quedando en las puertas de la obtención de su primer título mundial, el que finalmente obtuvo en forma póstuma.
El fatídico Gran Premio de Italia
En 1970, luego de haber ganado en forma consecutiva los grandes premios de Holanda, Francia, Gran Bretaña y Alemania, Jochen Rindt tuvo que abandonar en Austria y para la siguiente fecha, en Monza, él quería conducir el Lotus 49, pero Chapman decidió llevar el modelo 72, al cual Rindt no le tenía confianza, señalando que tenía problemas en el tren delantero, pero Chapman ignoró el pedido del piloto. Al auto se le hicieron algunas modificaciones aerodinámicas que, en el veloz circuito italiano, permitieron que el Lotus alcanzara los 330 kph. Con un resultado favorable, el austríaco podría coronarse campeón del mundo en forma anticipada.
El 5 de septiembre, en la última tanda de entrenamientos el Lotus circulaba a máxima velocidad, cuando comenzó a zigzaguear en la recta. Rindt perdió el control y terminó estrellándose contra el paredón de la famosa curva “Parabólica”. Se dijo que fue un problema en los frenos. El impacto fue tremendo y las lesiones recibidas por el piloto fueron de tal magnitud que le provocaron la muerte en forma instantánea.
Así perdió la vida el piloto austríaco, en plena ilusión por lograr su primer título mundial. Jacky Ickx (Ferrari) se convirtió en el más firme candidato a obtener el título, pero para poder superar a Rindt debía ganar las dos últimas fechas de la temporada, Estados Unidos y México. Pero el belga fue cuarto en Watkins Glen, propiciando la coronación post mortem de Rindt.
Una carta premonitoria
El 4 de mayo de 1969, Jochen Rindt estaba hospitalizado, recuperándose de las heridas sufridas en el circuito de Montjuich, cuando la rotura del alerón de su Lotus 49B provocó un serio accidente. Allí le escribió una carta a Colin Chapman, señalándole los riesgos que él como piloto estaba asumiendo por la fragilidad de los autos. Rindt reconocía la estupenda performance de los Lotus, sumamente veloces y livianos, pero señalaba que habían aspectos a mejorar, reforzando algunas partes del auto por un tema de seguridad, lo que Chapman no había tenido en cuenta en su afán de tener un auto lo más liviano posible. Entre otros aspectos, el austríaco destacó: “Sólo puedo conducir un auto en el que tenga confianza”.
Ganador en Le Mans
El austríaco fue un piloto muy dúctil, destacándose en diversas categorías del automovilismo mundial.
En el año 1965 triunf´ó en las 24 Hora de Le Mans, compartiendo la conducción de un Ferrari 250LM con el británico Masten Gregory.