Desde el sábado 11 de setiembre de 1999, el circuito californiano de Laguna Seca se transformó en un autódromo con un muy especial significado para los uruguayos.
Ese día, Gonzalo “Gonchi” Rodríguez sufría un increíble accidente en la curva “del tirabuzón”, que le costaba la vida, cuando estaba clasificando para la competencia de la Fórmula Cart, categoría en la que estaba haciendo sus primeras experiencias.
A partir de ese momento, para muchos uruguayos, Laguna Seca pasó a ser un autódromo maldito, de muy triste recuerdo.
Ese sabor amargo se mitigó en parte el año pasado, cuando en esa misma fecha, Santiago Urrutia se presentaba para competir en el Pro Mazda Championship, en la definición del certamen frente al estadounidense Neil Alberico.
Quiso el destino, que al día siguiente, el coloniense conquistara el cetro de la categoría, luego de que Alberico se saliera de pista en la misma curva en la que Gonchi sufriera su accidente.
Y ayer, nuevamente el destino tuvo a los uruguayos pendientes de lo que acontecía en ese autódromo, con la definición de un nuevo certamen, el de IndyLights, con Santi nuevamente como protagonista.
Esta vez el saldo no fue tan agradable, el título se fue en otras manos, pero Santi dejó claro que el legado de Gonchi, de no darse jamás por vencido, de luchar hasta el final, de no renunciar nunca, sigue vigente como siempre.