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Hoy se cumplen 25 años de la desaparición física de Gonzalo “Gonchi” Rodríguez, el inolvidable piloto uruguayo que se destacó en todas las categorías de pista en las que participó, tanto a nivel local como internacional, comenzando por el karting, hasta llegar a la Fórmula 3000, que, a fines del siglo pasado, era la categoría previa a la Fórmula Uno.
Gonchi heredó el gusto y la pasión por los deportes motorizados de parte de su padre, el Gallego Jorge rodríguez, así que su destino no podía ser otro que el de piloto de carreras, algo que soñó y deseó desde chico y que pudo comenzar a concretar en el karting uruguayo, con la obtención de triunfos y campeonatos, recordándose muy especialmente su participación en el certamen mundial que se desarrolló en Valance, Francia, en el que marcó el récord de vuelta.
Luego pasó a la Fórmula 4 uruguaya, categoría en la que también concretó exitosas gestiones y en 1989 se coronó campeón de la Fórmula Ge.Mo, que sustituyó a la F4.
Su primera incursión en el automovilismo deportivo internacional fue en 1991, en la Fórmula 3 Sudamericana.
Y en 1992 tomó la decisión de irse a Europa, junto a Marcello Bresciani para comenzar a contactarse con el automovilismo “grande”.
Fue una etapa durísima, plena de sacrificios y privaciones, contando con lo justo desde el punto de vista económico. Pero nada melló las ganas ni las esperanzas de Gonchi, de llegar a lo más alto del automovilismo.
Dotes conductivas no le faltaban, garra y coraje, le sobraban y hacía gala de un inconmensurable espíritu de sacrificio a toda prueba, soportando y superando las condiciones más adversas.
Luego de participar en categorías promocionales de España, pasó a Inglaterra, compitiendo en varias categorías, hasta que en 1997 debutó en la Fórmula 3000, categoría en la que consiguió tres inolvidables victorias: Spa-Francorchamps, Nürburgring y Mónaco.
En 1999, para el Gran Premio de Detroit de la Fórmula CART (actual IndyCar) a Gonchi le surgió la posibilidad de incorporarse al equipo Penske. Su debut fue muy auspicioso, terminando duodécimo.
La segunda presentación fue en Laguna Seca, donde encontró la muerte en la Curva del Tirabuzón. Allí terminó su ilusión, pero no sus sueños, que siguen plenamente vigentes mediante su legado, sirviendo de ejemplo y de impulso para mantener vigente su inolvidable ideal: “Seguí tus sueños”.