Nelson Vicente – Contacto:[email protected]
Si usted es amante de los autos raros, mejor dicho exóticos, que cuentan con un potente motor y, además, no se hace problema por el consumo, seguramente que el remate que realizará mañana Car & Classic puede llegar a interesarle.
Se trata de un vehículo muy especial, al que se le conoce bajo el nombre de “La Bestia”, designación que, además de su muy particular diseño, se basa en el potente y nada económico motor de 27 litros que lo impulsa.
Sí, leyó bien, un motor de 27 litros de cilindrada, o 27.000 cm3, como más le guste, estimado lector.
El comienzo de esta historia, o mejor dicho, de la historia de este vehículo con ínfulas de Rolls-Royce, se remonta al año 1966, cuando en Gran Bretaña, un fabricante artesanal de autos, Paul Jameson, tuvo la ocurrencia, o descabellada idea, de construir un auto al que le colocaría un motor Rolls-Royce de 27 litros de cilindrada, que fue el que utilizaron los aviones Spitfire de la Real Fuerza Aérea en la Segunda Guerra Mundial.
Esos aviones utilizaron un motor Merlin, con turbo compresor, de 12 cilindros, con refrigeración por agua y que podía llegar a erogar 1.000 CV. En su versión “light”, sin turbo, denominada Meteor, ese motor disponía de 750 CV, que fue el elegido para iniciar el proyecto.
Por supuesto que Míster Jameson se vio enfrentado a un impresionante cúmulo de dificultades, problemas e inconvenientes, especialmente con respecto al sistema de transmisión, porque no era fácil poder encontrar una caja de cambios que permitiera transmitir esa descomunal potencia al eje trasero.
En 1970 Jameson no había podido hallar una solución acorde a su necesidad, pero ese año conoció a John Dodd, un ingeniero que se especializaba en cajas de cambio automáticas y que creyó que podría tener la solución adecuada.
A esa altura, Jameson ya estaba bastante desanimado de su insólito proyecto, por lo que terminó vendiéndoselo a Dodd, quien por 500 libras esterlinas pasó a ser el propietario de un vehículo que tenía chasis, sistema de suspensión, ruedas y un impresionante motor de 27 litros.
Continuando con su trabajo de desarrollo de la caja de cambios, Dodd mandó construir una carrocería de fibra de vidrio, tarea que tuvo como resultado un vehículo que parecía ser un Ford Capri, pero con una carrocería de inusuales medidas.
En 1974 el engendro quedó terminado. Como tenía motor Rolls-Royce, Dodd le colocó la parrilla delantera de la versión Corniche del modelo Silver Shadow de Rolls-Royce y logró registrarlo oficialmente como un Rolls-Royce de 27 litros, algo que por aquella época era habitual cuando se trataba de vehículos artesanales, porque la parte mecánica podía definir el nombre del auto.
Lo cierto es que esa primera versión de “La Bestia” se incendió completamente durante una exhibición realizada en Suecia en 1975, salvándose solamente el chasis y la parte mecánica.
El ingeniero Dodd no se dio por vencido y volvió a encargarle a Fiber Glass Repairs, la empresa que había diseñado y fabricado la primera carrocería, una nueva.
Así tomó forma la segunda versión de “La Bestia”, que será la que irá a remate mañana y nada tiene que ver con el vehículo original en su diseño.
Dodd insistió con la parrilla delantera de Rolls-Royce, colocando la de un Silver Shadow, lo que llevó a que la compañía le entablara una demanda judicial.
Luego de varias audiencias, a las que el ingeniero acudía conduciendo a “La Bestia”, el fallo, que fue favorable a Rolls-Royce, señalaba que Dodd debía pagarle a la empresa 5.000 libras. Pero como el ingeniero se negó a hacerlo, fue sentenciado a seis meses de cárcel, pero antes de ser apresado, Dodd y su amada bestia escaparon a España, radicándose en Málaga, amparándose en que no había tratado de extradición.
Fue en territorio español que Dodd decidió suplantar la parrilla de Rolls-Royce por una que llevara sus iniciales, que es la que continúa luciendo actualmente el insólito vehículo.
Entre los hechos más destacados de “La Bestia”, figura su inclusión como el auto de calle más potente del mundo en el Libro Guinnes de los Récords de 1977.
Si bien Dodd dijo varias veces que el vehículo había superado las 200 millas por hora (algo más de 320 kilómetros por hora) en reiteradas ocasiones, un registro oficial del RAC marcó una velocidad máxima de 294,5 kilómetros por hora.
Otro de los récords (nada honroso, por cierto, de “La Bestia” se refiere a su consumo: 117,6 litros cada 100 kilómetros.
Como Dodd falleció el año pasado a la edad de 90 años, sus sucesores decidieron vender este insólito vehículo, sacándolo a remate mañana.
De acuerdo a algunas estimaciones, su precio podría llegar a superar las 100.000 libras.
Fotos: Car & Classic.