Este año tuve el placer de asistir al Gran Premio de Fórmula Uno de Barcelona y ser invitado por McLaren Barcelona, representante de la marca para la Península Ibérica (España, Portugal y Andorra), a probar varios de sus modelos de McLaren, entre ellos el fantástico Senna. El dinero no puede comprar más tiempo en esta tierra, pero sí esta joya cuyo valor asciende a 2.5 millones de euros!!!
McLaren no estaba preocupado por concebir un diseño bonito, es así que el Senna en sus inicios pretendía ser un automóvil sin compromisos. Imposible no enamorarse él, hablamos de un coche absurdamente funcional y agresivo, donde su formato tipo alien y su personalidad, cautivan a medida que lo probamos. Los apéndices aerodinámicos, faldones, difusores y el gigantesco alerón, nos recuerdan a un dragón preparándose para el ataque.
Los datos que merecen la atención para conocerlo mejor son: motor V8, Turbo, 800hp y 1.100 kilos de peso en esta versión corsa.
Uno se desliza a través de la estrecha butaca de fibra de carbono y, una vez dentro, la sensación es la de reposar sobre un guante de gamuza. La posición de manejo es excepcional con una perfecta visión hacia la superficie de la pista. Obviamente sólo cuenta con dos pedales y levas detrás del volante, luego destaca la pantalla digital que oficia de tablero y que contiene la información necesaria. Cuentavueltas digital por supuesto, y lo más notorio, los números que marcan la velocidad.
El McLaren Senna puede conducirse despacio, gracias a su muy bien lograda caja de cambios de doble embrague y siete marchas que envía la tracción a las ruedas traseras. Es bastante cómodo en la configuración “Comfort”, donde la suspensión absorbe todo suavemente, aunque se endurece bastante cuando se selecciona la configuración “Sport” de chasis y motor. Cuanto más rápido se conduce, mejor se comporta.
Los neumáticos Pirelli Trofeo R son muy pegajosos, otorgándole una adherencia extraordinaria que se ve aumentada por la mano invisible del “downforce”, o fuerza hacia abajo, proporcionada por todos los alerones y apéndices aerodinámicos. Uno percibe que la estabilidad del Senna es de una confianza inspiradora.
Ningún otro hyperauto luce tan crudo. No posee radio, ni alfombras, no existe el aire acondicionado y el calor en el habitáculo se evidencia durante la detención, aunque al circular, las pequeñas ventanitas devuelven aire fresco sin turbulencias.
El motor M840TR como todos los V8 de McLaren, es una herramienta de performance brutal, y no para enriquecer el alma, ya que su ruido es imponente.
Tan sólo seis segundos para acelerar de 0 a 200 kph… y si suena ridículo en el papel, a bordo del auto es 100 veces más intenso mientras éste se catapulta hacia el horizonte. Su aceleración es tan salvaje que usted creerá que está cayendo al vacío; la velocidad y precisión de la caja de cambios a través de las levas, amplifica el efecto, cambiando de marcha hacia arriba, más rápido de lo que se puede imaginar.
Aún en la pista seca, los neumáticos patinan en primera y segunda, y la cola va moviéndose de lado a lado en procura de tracción. Admito que la aceleración (0 a 100 en 2.5 segundos) es un dato que nos hace recalibrar el cerebro, su adherencia al suelo es inigualable, pero lo que más me impresionó fueron los frenos.
Cambiando a tercera, el paisaje lateral se difumina, y una curva se aproxima a una velocidad y aceleración extrema… como jamás había experimentado… aunque sé que puedo frenar más tarde. Los frenos cerámicos gigantes sumados al alerón trasero que rota hacia adelante y oficia de “paracaídas”, permiten dominar al McLaren con total convicción.
El McLaren Senna es una máquina extraordinaria, con un repertorio dinámico muy vasto y disfrutable desde el momento en que se coloca el dedo en el botón de arranque. Una experiencia absorbente, enriquecedora e inolvidable…
Tal como si estuviera atado a la nariz de un misil balístico.
Colaboración: Nando Parrado.