Si alguien pregunta por el Gran Premio de San Marino de 1994, disputado en el autódromo Enzo y Dino Ferrari de la ciudad de Imola, seguramente todas las respuestas se enfocarán en el tremendo accidente que el domingo 1° de mayo le costó la vida a Ayrton Senna. El brasileño iba liderando la competencia, cuando en el séptimo giro su descontrolado Williams impactó contra el muro de la curva Tamburello, provocándole al paulista la lesión que le provocó su muerte.
Pero lo ocurrido en ese gran premio va más allá del fallecimiento de Ayrton, porque fue un fin de semana fatídico para la Fórmula Uno, debido a que a la muerte de Ayrton, acontecida como lo expresábamos, en plena carrera hay que agregarle también el fallecimiento de Roland Ratzenberger, quien murió el sábado 30 de abril en la clasificación.
Pero también hubo otra incidencia en la que faltó poco para que hubiera otra muerte. Fue el impresionante golpe de Rubens Barrichello en los entrenamientos del día viernes.
Ese día, viernes 29, la desgracia comenzó a hacerse presente desde muy temprano en el autódromo italiano. Cuando transcurría la primera tanda de entrenamientos libre, en la “Variante Bassa”, Rubinho perdió el dominio de su Jordan, debido a que entró en la curva a mayor velocidad de la aconsejada. El auto del brasileño pegó de lleno contra el muro, con un tremendo impacto, quedando el piloto inconsciente, por lo que tuvo que ser rescatado por los integrantes del equipo de seguridad. Barrichello sufrió una fractura nasal y también se fracturó el brazo derecho.
Además, otra de las consecuencias del fortísimo golpe fue que durante mucho tiempo padeció amnesia, tal como quedó claramente de manifiesto hace unos años, cuando en una entrevista Rubinho comentó que, incluso, no recordaba en absoluto que al llegar a San Pablo había llevado el féretro de Ayrton, quien era uno de sus grandes amigos.
Al día siguiente, la situación iba a empeorar, con el brutal accidente de Ratzenberger, cuando se desarrollaba la clasificación.
El austríaco intentaba clasificar en su tercera participación en la Fórmula Uno, con el equipo Simtek, que había debutado en la categoría ese año, teniendo como uno de sus fundadores a Max Mosley, quien luego ejerció la presidencia de la Federación Internacional del Automóvil (FIA).
El piloto nacido en Salzburgo contaba con el presupuesto para poder correr solamente cinco carreras, pero, en definitiva, se estaba dando el gran gusto de estar en la Fórmula Uno. En un momento, al auto se le voló el alerón delantero, por lo que Roland perdió el dominio, yendo a impactar brutalmente contra el muro de la curva Villeneuve a más de 300 kilómetros por hora. La tremenda desaceleración le provocó graves lesiones al austríaco, que falleció instantáneamente. Fue la primera muerte en la Fórmula Uno desde el fallecimiento de Riccardo Paletti en el Gran Premio de Canadá de 1982.
Todos estos hechos nefastos calaron duramente en el ánimo de Ayrton Senna, quien se trasladó hasta el lugar mismo del accidente del austríaco, lo que motivó que fuera penalizado.
A tal punto llegó el estado de ánimo del brasileño, que, luego de reunirse con otros pilotos, tomó la decisión de solicitar a las autoridades que la carrera no fuera disputada, pero su pedido fue rechazado. Por la noche, en una conversación telefónica con su novia, Ayrton le comentó que tenía un mal presentimiento y que si pudiera, no correría al día siguiente.
El nefasto domingo 1° de mayo, apenas el piloto brasileño llegó al autódromo, los integrantes del equipo lo notaron frío, preocupado, como distante y desanimado. Habitualmente Ayrton bromeaba con los mecánicos del equipo, pero ese fatídico día las bromas y el buen humor estuvieron ausentes en su box.
El inicio del gran premio no fue bueno. En la grilla de largada, el Benetton del finlandés Jirki Jarvi Lehto, que estaba ubicado en el quinto casillero, quedó inmóvil. El portugués Pedro Lamy, que había largado desde el puesto 22 y ya venía lanzado a alta velocidad, no pudo evitar embestirlo. El golpe fue tremendo, pero por suerte ninguno de los dos pilotos sufrió lesiones. Los que no corrieron con tanta suerte fueron diez aficionados, que fueron alcanzados por los restos de los autos que volaron en todas direcciones, por lo que sufrieron diversas lesiones.
El gran premio tuvo que ser neutralizado para limpiar la pista y la carrera se reinició en la quinta vuelta, con Ayrton liderando, escoltado por el Benetton de Michael Schumacher.
En la séptima vuelta, al llegar a la curva de Tamburello se rompió la barra de dirección del Williams, provocando que Ayrton perdiera el control del auto, yendo a estrellarse contra el muro a 300 kilómetros por hora. La rueda delantera se desprendió por causa del impacto y un brazo de la suspensión se incrustó en el casco del piloto, produciéndole las fatales lesiones.
Por esas jugarretas del destino, Ayrton llevaba en el auto una bandera de Austria, porque en caso de poder ganar el gran premio, en la vuelta de honor pensaba hacer flamear el pabellón austríaco en homenaje a Ratzenberger, fallecido el día anterior.
Así se despidió, trágicamente, Ayrton Senna de la Fórmula Uno.
El paulista debutó en la Fórmula Uno en 1984. Fue campeón del mundo en 1988, 1990 y 1991 con el equipo McLaren. Obtuvo 41 victorias, subió al podio 80 veces y logró 65 pole positions y 19 récords de vuelta. Su primera temporada la hizo con el equipo Toleman. Entre 1985 y 1987 corrió para Lotus. A partir de 1988 se incorporó a McLaren y en 1994 pasó a Williams.