Los dictados de los regímenes autoritarios suelen restringir progresivamente las libertades de sus ciudadanos. Aunque las imposiciones y las prohibiciones terminan yendo incluso más allá, incluyendo las ideas o, como en este caso: las cosas.
En Turkmenistán el Gobierno ha puesto en el punto de mira de sus imposiciones a los autos.
En Turkmenistán el Gobierno ha puesto en el punto de mira de sus imposiciones a los autos.
Gourbangouly Mialikgoulyïevitch Berdymoukhamedov, presidente de aquél país, ubicado entre Irán y Uzbekistán, ha decretado que todos los vehículos oficiales sean blancos. No contento con ello, ha prohibido tajantemente la importación de autos de color negro.
El presidente alega para justificar la decisión, la mala suerte que trae el color negro, frente a la “suerte” que proviene del blanco. Así que desde ahora, todo su séquito se desplazará en Mercedes Clase E de color blanco para desterrar el mal del país.
Además, el dictado presidencial ha prohibido las carrocerías coupé, que no deben ser del gusto del presidente, los vidrios ahumados y la costumbre de personalizar las matrículas.
Paradójicamente se lo ha visto a bordo de un Bugatti Veyron después de haber desterrado los automóviles de turismo que equipen motores de gran cilindrada.
