Monza es considerado la catedral de la velocidad


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Monza es considerado la catedral de la velocidad

Nelson Vicente – Contacto: [email protected]

La pasión y el colorido que le ponen los tifosi al podio de Monza, son inigualables. Foto: @F1

El Autódromo Nacional de Monza es uno de los circuitos más emblemáticos y característicos del automovilismo deportivo a nivel mundial.

Por su muy especial diagrama es considerado por los aficionados como la catedral de la velocidad en virtud de las extensas rectas que permiten que los autos circulen a plena potencia en la mayor parte del recorrido, alcanzando velocidades superiores a los 330 kilómetros por hora.

La obra original del autódromo corrió por cuenta del Automobile Club de Milano en conmemoración de los 25 años de su fundación. Su construcción se realizó entre los meses de mayo y julio del año 1922.

Como muchos de los autódromos construidos en las primeras décadas del siglo pasado, en sus inicios Monza funcionó como pista de pruebas para diferentes marcas de la creciente industria automotriz italiana.

Monza fue el tercer autódromo permanente a nivel mundial y estuvo precedido por el circuito de Brooklands (Inglaterra), construido en 1907 y por el legendario de Iindianápolis, en Estados Unidos, que se inauguró en el año 1909.

El italiano Giuseppe Farina ganó el gran premio de 1950 con Alfa Romeo y se consagró campeón del mundo.

Ya desde su creación fue una pista muy especial, que disponía de una extensión total de 10.000 metros, entre los dos circuitos diagramados, uno mixto, de 5.500 metros, y otro, tipo óvalo, de 4.500 metros de extensión.

En el plano deportivo, la ceremonia inaugural se realizó el 3 de setiembre de 1922 y una semana después se disputó la primera competencia, que fue la segunda edición del Gran Premio de Italia, que tuvo como ganador al italiano Pietro Bordino a bordo de un Fiat.

En esa misma jornada comenzó a desarrollarse la leyenda negra del célebre circuito italiano debido al fallecimiento del piloto alemán Gregor Kuhn.

Su veloz diagrama favoreciendo las altas velocidades y la falta de elementos de seguridad fueron elementos que llevaron a que varios pilotos fallecieran a lo largo de los primeros años de actividad. En junio de 1927 se produjo el peor accidente, cuando se despistó el auto del italiano Emilio Materassi, provocando la muerte del piloto y de 27 espectadores.

A lo largo de su historia Monza ha sido objeto de importantes modificaciones en su diseño, buscando, primordialmente, mejorar la seguridad de los pilotos y del público. Se introdujeron variantes en las curvas y se instalaron chicanas con la finalidad de disminuir la velocidad, pero el progreso de los autos a lo largo de las décadas sigue permitiendo que Monza continúe siendo la catedral de la velocidad.

Prácticamente no ha habido década en la que Monza no haya sufrido modificaciones en su diseño y en su estructura, destacándose las realizadas en 1938 y 1939. Por causa de la guerra las carreras recién retornaron en el año 1948, luego de haberse realizado importantes obras de reacondicionamiento.

Cuando en 1950 se desarrolló la primera temporada del Campeonato Mundial de Fórmula Uno, el autódromo de Monza estuvo presente, siendo la fecha de clausura del certamen, en una jornada inolvidable para los tifosi que vieron ganar al italiano Giuseppe Farina con un Alfa Romeo, consagrándose, además, como primer campeón del mundo.

Monza es el circuito más antiguo de todos los que integran el calendario mundialista y a lo largo de más de siete décadas ha tenido una presencia casi perfecta, excepto en el año 1980, cuando, por uno de los tantos procesos de reacondicionamiento, fue sustituido por Imola.

Así quedó el Lotus de Jochen Rindt luego del accidente en la parabólica.

Las heroicas acciones de recordados pilotos, las célebres conquistas, la visita de las más diversas categorías del automovilismo y del motociclismo a nivel europeo y mundial, han tejido la historia de Monza, en la que el drama ha estado presente habitual y lamentablemente en muchas ocasiones.

Sin dudas que el accidente de Jochen Rindt ocurrido en 1970 en la curva parabólica ha sido de los más recordados, no sólo por el lamentable fallecimiento del piloto austríaco, sino por lo que se desencadenó después. A esa altura de la temporada Rindt ocupaba el liderazgo del certamen y como al llegar el final del campeonato ningún piloto pudo superarlo por primera, y única vez hasta el momento, la Fórmula Uno tuvo a un campeón post mortem.

El último triunfo de Ferrari en Monza lo obtuvo Charles Leclerc en 2019.

Una inolvidable victoria de Fangio

El Gran Premio de Italia de 1953 tuvo una definición apasionante. Al entrar a la recta final, Juan  Manuel Fangio venía tercero, detrás de Alberto Ascari y Giuseppe Farina, mientras que, rezagado, también circulaba en ese lote Onofre Marimón. En un final inolvidable, se produjo un múltiple choque entre ellos tres.

Fangio pasó a liderar y terminó ganando.

La anécdota surge, además, porque el sábado, Fangio le había comentado a su jefe de mecánicos que su Maserati tenía una intensa vibración. El mecánico le dijo que no se preocupara, que lo iba a solucionar para la carrera.

Y así fue, porque el domingo el auto del balcarceño no tuvo ninguna clase de problemas, lo que le permitió acceder a esa recordada victoria.

En un comentario posterior a la carrera, Felice Boneto, que era el compañero de equipo de Fangio, le dijo que en la carrera su auto había tenido fuertes vibraciones, las cuales habían aparecido sorpresivamente el domingo, porque el sábado había funcionado perfecto.

Lo que nunca imaginó Boneto fue que el sábado por la noche, el jefe de mecánicos de Maserati, había cambiado los números de los autos…

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