Nelson Vicente – Contacto: [email protected]
En el ámbito del automovilismo deportivo muchas veces hay autos y pilotos que trascienden épocas, categorías y etapas, por más que no hayan sido protagonistas de grandes hazañas, ni de memorables campañas, pero que de todas maneras han logrado mantenerse en el recuerdo de los aficionados por distintos motivos, más allá de los lógicos aspectos deportivos.
Y sin dudas, en el ambiente “tuerca” del Río de la Plata, uno de esos autos ha sido el Trueno Naranja, un prototipo con un diseño bastante revolucionario y transgresor para su época y para la popular categoría argentina Turismo Carretera, debiendo tomarse en cuenta que, desde sus orígenes, la categoría tuvo el predominio de las famosas cupecitas Ford y Chevrolet, las que, con el paso de los años, se fueron repartiendo triunfos y campeonatos.
En su segunda mitad, la década de 1960 asistió a un cambio fundamental con la aparición de otros modelos, como el Chevrolet Nova II, también llamado Chevrolet Two, de ahí su apodo popular de “Chevitú”. También fue la etapa en la que aparecieron el Torino de IKA y el Ford Falcon.
Por el lado de Ford, la marca del óvalo procedió a desarrollar un prototipo con el que esperaban lograr una gran performance, teniendo como responsable del proyecto al ingeniero Horacio Steven. Pedro Campo era el encargado del diseño, que venía de unos planes que fueron descartados por parte de IKA.
Esos fatídicos prototipos sufrieron fatales accidentes.
Uno de los prototipos debutó exitosamente en agosto de 1967 ganando una serie en el autódromo de Buenos Aires. Pero en la final, el auto conducido por Atilio Viale del Carril se salió de pista, volcando e incendiándose. Viale logró salvarse, pero sufrió graves heridas que lo dejaron con secuelas permanentes, mientras que su copiloto Giménez perdió la vida.
Poco después en unas pruebas privadas, Oscar Cabalén también sufrió un accidente con el otro prototipo, incendiándose el auto, pereciendo el piloto y también su copiloto Guillermo Arnáiz.
Esto llevó a que Ford procediera a descartar el proyecto.
Allí apareció Carlos Pairetti, quien llegó a un acuerdo con Steven y Campo para reflotar el proyecto del prototipo, pero utilizando motor Chevrolet.
La base del famoso Trueno Naranja fue la matricería original del prototipo creado para Ford, pero al que, lógicamente, se le realizaron varias modificaciones.
Una de las más destacadas fue cambiar el sitio de los dos tanques de combustible, que en el Ford estaban en los costados del auto, pasando a ubicarlos atrás de las butacas, tratando de dar más seguridad.
Además de haber reforzado el chasis, también se realizaron cambios en la carrocería. Se cambió la trompa del auto, se sacaron los buches para los carburadores y se ensancharon los guardabarros, que pasaron a cubrir totalmente las ruedas. Y en la parte trasera se le adosó un alerón tipo “cola de pato”.
El Trueno marcó una época en la categoría más popular del automovilismo argentino. El motor era un Chevrolet 250, seis cilindros, siete bancadas, de 4.000 cc., que erogaba 300 HP.
El gran momento estaba llegando, el auto estaba casi listo para su debut en la carrera de las 250 Millas en el autódromo de Buenos Aires, a disputarse el 23 de junio de 1968.
Pero, a pocas horas para el estreno, faltaba un detalle: había que pintarlo. En el taller solamente había tres tarros de pintura, uno blanco, uno rojo y uno amarillo.
De su mezcla surgió el muy particular tono naranja que inmortalizó a uno de los más famosos autos de la historia de la popular categoría Turismo Carretera.
En 1969 el Trueno fue conducido por Néstor García Veiga y luego fue adquirido por Eduardo Bouvier. Hasta ahí, la historia confirmada del auténtico Trueno Naranja. Luego, aparecieron varias versiones, incluida una réplica bastante aproximada. El propio Bouvier presentó hace algún tiempo al que sería el auténtico Trueno Naranja totalmente restaurado.
Pero también hay que tener en cuenta que el “Naranja” tuvo dos “hermanos”. Uno, el “Dorado”, perteneció a Oscar Cacho Fangio, mientras que otro, el “Blanco”, fue de Luis di Palma.
Carlos Pairetti y el Trueno Naranja
En la rica historia del automovilismo mundial, hay pilotos, autos y equipos que han ido quedando indisolublemente unidos con el paso de los años y, frecuentemente, es prácticamente imposible hablar de uno sin mencionar directa e inmediatamente al otro.
Ejemplos sobran, tanto en lo que se refiere a categorías locales como internacionales.
En este caso, hablar del Trueno Naranja es hablar también de Carlos Alberto Pairetti. Y a la inversa, sucede lo mismo.
Pero el piloto, arrecifeño de adopción, pero nacido en Clucellas, provincia de Santa Fe, no se destacó solamente en la popular categoría Turismo Carretera, sino que también lo hizo en otras categorías. En TC ganó 22 carreras, destacándose los grandes premios de 1963 y 1966. Su primera victoria la obtuvo con Chevrolet en Mar del Plata en 1963 y la última con Dodge, en Mendoza, en 1978.
Con Chevrolet ganó 18 carreras y con Ford logró dos triunfos y uno con Volvo y con Dodge. A nivel local también compitió en la categoría Sport Prototipo y en la Fórmula 1 Argentina. Ganó dos veces el Gran Premio Argentino y una vez las 500 Millas de Rafaela.
Corrió en el Campeonato de la Fórmula 3 Europea de la FIA, donde, por su temeraria e impetuosa manera de conducir, en Italia lo apodaron “Il Matto”, o sea “el loco”. También disputó las 300 Millas de Indy e intentó, sin poder lograrlo, conseguir un lugar en la grilla de largada de las 500 Millas de Indianápolis.
Pairetti falleció el pasado 26 de setiembre por complicaciones respiratorias y cardíacas.