La empresa sueca fabricante de automóviles Volvo y la compañía de transporte norteamericana Uber realizaron la presentación del primer auto de conducción autónoma listo para la producción en serie.
Sin dudas que es una novedad de primer nivel, pero no es para nada sorpresiva, porque la colaboración entre ambas empresas se inició hace varios años, por lo que los resultados de ese proyecto se estaban aguardando de un momento a otro con gran expectativa.
En el mes de agosto de 2016 Volvo y Uber habían anunciado una inversión en conjunto de 300 millones de dólares con la finalidad de desarrollar vehículos de conducción autónoma, proyecto que se incluía en la búsqueda de soluciones para tratar de resolver los problemas del tránsito a nivel global.
Como parte del acuerdo, Volvo Cars se encargaría del desarrollo y fabricación de vehículo, mientras que Uber incorporaría sus tecnologías de conducción autónoma.
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En noviembre de 2017 se confirmó la firma de otro acuerdo, mediante el cual Volvo le venderá a Uber, entre 2019 y 2021, la cantidad de 24.000 vehículos compatibles con los sistemas de conducción autónoma.
En ese momento, la marca sueca, que actualmente es propiedad del grupo chino Geely, informó que los vehículos se iban a desarrollar utilizando la Arquitectura Escalable de Producto (SPA por sus siglas en inglés), utilizada para la producción de la serie 90 y del SUV XC60.
A lo largo de estos años se fueron desarrollando diversos prototipos, hasta llegar al actual XC90, el cual ya está listo para entrar en la línea de producción, incorporando la tecnología de conducción autónoma de Uber, incluyendo gran cantidad de sensores adicionales como Lidar, radares y sensores ultrasónicos.
El modelo elegido se destaca por disponer de una gran cantidad de sistemas de seguridad y de asistencia a la conducción, lo cual facilita la incorporación del sistema de conducción autónoma provisto por Uber. Entre los aspectos más destacados, se informó que el novedoso XC90 está equipado con sistemas secundarios de dirección, frenos, etc., lo que permite que, si ocurre una falla en los sistemas principales, el vehículo pueda detenerse sin ocasionar problemas para sus ocupantes o para otros vehículos o personas.