Por estos días se celebra el cincuentenario de la producción del auto uruguayo más uruguayo de todos.
Concebido por uruguayos, diseñado por un uruguayo y producido en un muy uruguayo garaje de la calle Guayaquí en Pocitos. Una realidad que deriva de la construcción de doce unidades marca Rago, a cargo de los hermanos Carlos y Waldemar Rago. Una docena de microcoupés diseñados por De la María y movidos por motores Hispano Villiers de 325 cc.
La aventura automovilística puesta a rodar por los hermanos Rago fracasó desde el punto de vista financiero pero ejemplificó el sueño de muchos uruguayos.
Sueño con antecedentes y consecuencias. Sueño de personajes audaces, creativos, muchas veces ya olvidados, que pensaron que Uruguay podría fabricar sus propios automotores. Como un antecedente interesante, tenemos al R-Sport, un deportivo con componentes Renault 4 CV que en 1955 empezó a ser construido por Danrée y Silveira. De este modelo se hicieron 32 unidades en fibra de vidrio, todo lo cual fue presentado con la debida pompa en el Victoria Plaza Hotel. Hubo otros que se esforzaron en poner lo uruguayo sobre ruedas.
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Un ejemplo, fue el MP, con motor francés Panhard fabricado por Mutio, Passadore y Cía. Asociados con Carmeta, fabricaron 100 unidades a lo largo de dos años a partir de 1962.
Una angulosa camioneta denominada Charrúa y diseñada por Horacio Torrendell fue producida por GM.
Y no cabe olvidar el FT 1500 hecho en San José con componentes de Ford Taunus.
Los NSU P6 y P10 fueron también creaciones de aquellos tiempos en que fueron surgiendo la Grumett, la Indiana (1974-1975) y la camioneta Indio de la cual Horacio Torrendell hizo 2.200 ejemplares en la siguiente década.
La nómina anterior menciona solo algunos ejemplos. Pero hubo otros sueños: la camioneta Indiana (1974-1975) los deportivos Halcón y Torrelaro concretados por Torrendell y autos como los diez Luciardi-Movo que en 1963 se vendían a 14.000 pesos, o sea dos mil pesos más que lo que valía una Vespa de aquel entonces.
Catálogo de sueños que en algunos casos no pasaron de la etapa del prototipo, con la producción en serie apenas esbozada sobre una mesa de trabajo, como ocurrió con el esquivo Concorde anunciado en 1965 como hecho totalmente en Uruguay con motor de dos cilindros y 700 cc.
Hoy Motorsports evoca al Rago que sopla las velitas de su primer medio siglo. Autito oriental que puede verse en exposición en el museo del Automóvil Club del Uruguay, ubicado en Colonia y Yí.
Colaboración de Álvaro Casal.