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El de Singapur fue un podio diferente, sin la habitual presencia de alguno de los pilotos de Red Bull. Foto: EFE.
La disputa del Gran Premio de Singapur que se desarrolló el pasado domingo en el circuito urbano de Marina Bay marcó el cierre del dominio que había ejercido el equipo Red Bull a lo largo de los 14 grandes premios anteriores, en todos los cuales había logrado la victoria, con 12 triunfos por parte de Max Verstappen, más los dos que consiguió Sergio Pérez.
La victoria lograda por Carlos Sainz con su Ferrari cerró entonces la larga racha de éxitos de Red Bull, plena de récords, como el del equipo con más grandes premios ganados consecutivamente y también por parte de Verstappen, con sus 10 victorias consecutivas.
Por si esto fuera poco en relación al éxito de Sainz, hay que tener en cuenta que todo lo que ocurre en relación a la Scuderia Ferrari se potencia y se amplifica en todos los ámbitos de la Fórmula Uno, ya sea en referencia a sucesos positivos como a acontecimientos negativos.
Y, lógicamente, que este tan especial ambiente genera una presión superior a la normal en referencia directa a quienes están vinculados e integrando de una u otra manera la estructura de la escudería de Maranello, ya sea los pilotos, los responsables del equipo, mecánicos y asistentes, etc.
Esto se produce porque es indudable que, por tratarse del equipo más popular, prestigioso, antiguo y exitoso de la máxima categoría, su actividad siempre va a estar seguida en forma muy especial, no solo por parte de la prensa, sino, muy especialmente por los millones de tifosi que la escudería italiana tiene por todo el mundo, que añoran ver a los rojos bólidos en lo más alto del podio.
En un año que comenzó con importantes cambios en su estructura y con el equipo teniendo el rumbo algo equivocado, Ferrari supo dar vuelta la pisada, hasta subirse a lo más alto del podio.
En Marina Bay, el nuevo director deportivo de Ferrari, Frédéric Vasseur, logró su primera victoria en la Fórmula Uno. Foto: AFP.
Por eso ese festejo tan especial y fervoroso por parte del nuevo director deportivo, Frédéric Vasseur, quien sustituyó a Matti Binotto.
Para Vasseur, de larga trayectoria en la Fórmula Uno, este fue su primer triunfo, por lo que la efusividad del festejo es muy comprensible.
La última victoria de Ferrari había sido el año pasado en Austria por parte de Leclerc, como parte de dos triunfos consecutivos de la escudería, porque Sainz había ganado la fecha anterior en Silverstone.
Y ahora, en Singapur volvió a llegar el momento de los festejos y, en este caso, hay que tener en cuenta que Sainz, que tuvo un fin de semana envidiable, rematado con su soberbia gestión en la carrera, tuvo como gran aliado a Lando Norris. El piloto de McLaren se clavó como una cuña entre el español y los dos pilotos de Mercedes, que en las vueltas finales se vinieron con todos buscando la victoria, pero no lograron superar el duro escollo que resultó ser Norris, que terminó como escolta de Sainz, debiendo conformarse Lewis Hamilton con el tercer puesto, heredado tras el golpe que se dio George Russell contra el muro.
En un circuito que nunca le ha sido favorable, Verstappen estuvo lejos de la vanguardia.
Algunos observadores señalan que la falta de performance de los Red Bull se debe a que la FIA ha sido más dura con los controles de la flexibilidad de los alerones, un elemento que siempre había sido observado por parte de los rivales del equipo austríaco, lo que habría motivado que Red Bull perdiera performance y posibilidades.
Este fin de semana es el turno del Gran Premio de Japón en Suzuka, un buen escenario para poder apreciar si Red Bull logra recuperar su performance o sus rivales mantienen la supremacía.
