Entre Maharajás los Rickshaws y elefantes


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Entre Maharajás los Rickshaws y elefantes

Resabios del imperio británico: los vehículos ruedan a lo que para nosotros es contramano. En efecto, los “Rickshaw” parecen venir del lado “equivocado” del camino y para aumentar la confusión, van haciendo sonar las bocinas caprichosamente mientras que otros anacronismos asoman sus cabezas, sea en Agra, centro turístico donde se encuentra el Taj Mahal o en Delhi.

Por ejemplo, no estamos en los años Cincuenta pero ruedan muy sueltas de cuerpo las copias de Morris Oxford y motos Royal Enfield de ese entonces. Al tiempo que quienes no tienen vehículos propios van en rodados tipo taxis rudimentarios, en colores verde y amarillo, como dispuso la Suprema Corte en 1998. Sin vidrios en sus ventanas, los choferes aferrados al manillar y piloteando descalzos con hasta tres pasajeros. Pasan de largo, para asombro de los turistas. Cosas que vemos por las calles de la vieja Delhi.

¿En qué quedaron los lujos de otrora? ¿Aquellos tiempos en que el Maharajá de Patiala, compraba lujosos Rolls Royces en lotes de 35 unidades o cuando el fulano más rico del mundo, previamente a la independencia de la India, el Nizam de Hyderabad, se permitía sugerir el diseño de los autos que adquiría, a los ingenieros de la misma marca?

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En el libro Recuerdos de una princesa, memorias escritas por la Maharaní de Jaipur, Gayatri Devi, con auspicio de Jackie Kennedy, en la década del 70, la protagonista señala qué regalos recibió cuando su boda con el Maharajá de Jaipur. “Mi favorito era un Bentley negro, regalo del nawab de Bhopal. Cuando lo vi por la ciudad circulando en él, pensé que sería para su uso personal. Cuando me lo entregó formalmente, me preguntó con gran indecisión si verdaderamente me gustaba o si hubiera preferido una pieza de joyería. Le dije en términos muy claros que no había la más mínima duda en mi pensamiento. Otro excitante regalo fue un Packard de dos asientos de parte de uno de los nobles de Jaipur.”

El día de la boda, continúa relatando la Maharaní de Jaipur, el novio se presentó en medio de una procesión que comprendía bailarinas, cuarenta elefantes y muchos caballos, así como bandas de música que lo acompañaron al umbral del palacio.

Hoy la India inverosímil, la de los mini taxis verdes y amarillos llamados Rickshaws, exhibe curiosidades como el Sudhacar Auto Museum de Hyderabad donde Kanyaboyina Sudhakar recibió a “Motorsports” para mostrar cómo cultiva su hobby de fabricar vehículos automotores raros: triciclos, con formas extrañas, como ser hamburguesas, mouses, pelotas de fútbol, carteras, stilettos y otros que hace poco mostró en el Museums World Forum, un encuentro museístico realizado en Sinsheim, Alemania. En el año 2005 el libro Guinness le otorgó una distinción por haber fabricado el triciclo más grande del mundo, uno que mide 11.37 metros.

India fascinante y compleja, sociedad multiétnica, llena de riquezas y contrastes que reflejan situaciones de carencias, intenta hoy modernizarse con rapidez asombrosa.

TEXTO Y FOTOS: Álvaro Casal

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